Responsabilidad
Posted: 9/17/2011 by Jack Bronson in
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- Pedro, creo que no me está entendiendo. Usted me exige reconsiderar una oferta que nadie igualará. Estamos hablando de tres veces el precio mercado.
- Le vuelvo a repetir, caballero. No puedo venderle mi parcela.
Mario, perfectamente vestido para una reunión ejecutiva, vuelve a mirar su reloj. Pensaba que éste sería un negocio rápido y sin rodeos. Pero algo parece haber escapado de sus cálculos. Vuelve a mirar el reloj. La situación le está poniendo ansioso. Respira profundo y trata de focalizarse, tal cual le indicó el doctor. Aún así no se dará por vencido. Los ejecutivos no se lo perdonarían.
- ¡Bien, Pedro! Me conmueve su hidalga disposición a proteger su historia familiar. Hablemos de cifras más significativas. Seis millones, es al menos 4.5 veces el valor del terreno y las construcciones hechas sobre él.
- No.
- ¡Pero que terco es Pedro! Eso lo respeto y lo valoro. Hablemos de 6.5 millones. Más y me encierran en un manicomio.
- No hay negocio señor Ramírez. Mis tierras no están a la venta y es definitivo.
- No soy una persona que se de por vencida con mucha facilidad… (Mario pierde el aliento por un segundo) ¡¿Qué fue eso?!...
- ¿Qué cosa?
- ¡Ese zumbido… que demonios es eso!
- No se a qué se refiere…
- ¡Santo Dios… esa luz!… ¡¡¿Qué es eso?!!
Una intensa y enceguecedora luz, acompañado de un sonido metálico, se manifiesta cual destello divino a escasos metros de aquella tensa disputa. Luego el silencio, la calma y los ojos de una chica confundida. Mario Ramírez se desploma en el suelo, sofocado, presa de una crisis ansiosa. Pedro asiste al persistente comprador. Se ha desmayado. Le deja en el piso, cuidando no dejarle en una posición incómoda y le cubre con su chaqueta. Luego dirige su mirada hacia la inesperada visita.
- ¿Te encuentras bien? Debes estar asustada. Es entendible. Tranquila. Las cosas nuevas suelen tener un inicio complicado, hasta perturbador. Con el tiempo nos damos cuenta que son parte de nosotros.
Joviana escucha confundida las palabras de aquel desconocido y humilde campesino. Piensa que puede ser parte de algún efecto alucinatorio del segundo salto.
- Se quien eres y de donde vienes Joviana, no te desgastes en explicaciones, menos en análisis. No tienes de que preocuparte. Puedes confiar en mi.
- ¿Quién es usted?, ¿Cómo sabe mi nombre?
- No es algo que pueda comprender aún. Sólo necesitas saber una cosa. Los alemanes no entienden español, y cuando te encierren, sólo ten paciencia y no te resistas.
- ¿De qué estas hablando?
- Sólo procura recordarlo. En su momento lo entenderás.
El hombre le observa con una mirada cálida. Hay cierta familiaridad en sus ojos. Él se acerca y posa su mano derecha en el hombro de la chica.
- Quizás sea buena idea aprovechar tu poco tiempo. Compartamos una tasa de te antes de que la luz te vuelva a llevar. Acompáñame. Mi hogar está por allá.
Segundo Capítulo – Responsabilidad -
Abre los ojos, pero se le dificulta enfocar la mirada. Ya sabe que en un principio sólo es una nube difusa. Le arde el rostro, y un suave silbido actúa como sinfonía de un mareo que perdura por un par de segundos. Intenta hablar, pero no consigue hilar ideas con la suficiente velocidad. Ahí viene nuevamente. Los nudillos de aquel tipo vuelven a impactar su cara. Una vez más cierra los ojos de manera instintiva, y todo se repite. Algo parece bailar dentro de su boca. Con algo de torpeza, hurga con su lengua adormecida. Una muela ya no pertenece a ningún lugar. Siente nauseas, ganas de vomitar. A penas consigue entender las palabras de aquel tipo que le observa con mirada inquisitiva.
- ¿Por qué mataste a Joviana? ¿Donde está su cuerpo?
- Ya les dije… ya no está acá… fue una acción desesperada…
- ¿Tan desesperada que decidiste desintegrarla con uno de tus juguetes?... ¡¡Antonio!!… ¡¡Dale su merecido una vez más a este imbecil!!
- ¡¡Se los juro!!… ¡¡Por favor!!… ¡¡No teníamos otra salida!!
Un nuevo y furibundo puñetazo impacta a Robbins. Este queda inconciente por algunos instantes. Vicente San Martín, se acerca y toma la cabeza del joven tecnólogo entre sus manos, intentando robarle algo de su atención.
- Robbins. Mi querido amigo. Escúchame atento y claro. Eres un hijo de puta. Asesinaste a tu compañera de trabajo, y a mi novia.
- Vi… Vicente. No teníamos opción. (Lágrimas comienzan a bañar su rostro, mezclándose con las heridas)
- Que enferma… pero que enferma fantasía te llevo a hacer esto Robbins… Sabes perfectamente que los protocolos de descontaminación son administrados por la central de informática.
- Este sector no estaba registrado.
- Lamento decirte que esa es una pésima coartada.
- No lo sabíamos. Te juro que no lo sabíamos.
- Independiente de los años que te tire el tribunal… Robbins… Quiero que tengas algo claro… Eres hombre muerto…
- No está muerta… Vicente… ¡No está muerta!… ¡¡No puede estar muerta!!… ¡¡Por Dios, no puede estar muerta!!
...Seis horas, con 24 minutos antes...
- ¡Ahora!
¡¡ Un Minuto Para la Erradicación!!
Robbins activa el dispositivo Vortex. Detiene su mirada en los ojos de Joviana, antes de que ésta se envuelva en una intensa luminosidad. La silueta de la joven es consumida por el haz de luz, y desaparece junto a ésta.
¡¡ Conteo Final de Erradicación!! ¡¡ 59… 58…56…
El tecnólogo lucha por cargar nuevamente los códigos de la máquina. Estos demoran más de lo esperado.
48… 47… 46…
El panel indica sesión limitada, por baja carga de energía. Se requiere reiniciar el sistema antes de volver a llevar a cabo una nueva abertura. En paralelo, uno de los monitores indica que el primer vórtice se concretó, la triangulación inicial asegura que fue a sólo metros del punto de inicio, una diferencia de 36 minutos. Tiempo estimado de duración, 9 minutos, 2 segundos con 4 centésimas. Los controles no reaccionan.
33… 32… 31…
El tablero se apaga por completo. Hay una fuga del refrigerante en una de las baterías. Robbins la bloquea. El sistema se reinita. El protocolo está en curso.
25… 24… 23…
Robbins se ubica en la plataforma. No sabe si conseguirá hacerlo a tiempo. Sólo piensa en Joviana. Le ruega a Dios que ella se encuentre bien. Su brazalete indica que cuenta con diez segundos para activar el Vortex…
13… 12… 11…
Lo activa. Un haz de luz comienza a dibujarse bajo sus pies. Su cuerpo oscila. Una serie de imágenes aparecen a su alrededor. Decenas de rostros. Algunos similares a él, como clones. Cada uno diferente, cada uno tan similar al otro. Siente que le falta aire. La presión en su cabeza se hace cada vez más intensa. Nauseas. Dolor.
8… 7… 6… Directriz 5813… Protocolo Desactivado… Directriz 5813... Erradicación Bloqueada.
Robbins escucha los parlantes. El protocolo de descontaminación ha sido vulnerado. Consigue reaccionar y detener el proceso de abertura dimensional. No puede creerlo. La luz roja de la habitación se desconecta y comienzan a levantarse los paneles metálicos que bloqueaban los puntos de salida. Un equipo de descontaminación invade el lugar. Miran el desastre y comienzan a chequear y bañarlo todo con una suerte de espuma blanquecina. Todo ha terminado. Robbins está perplejo. No sabe en qué pensar. Sólo siente un pánico insoportable.
...7 Horas con 23 Minutos después del Incidente Vortex...
Robbins espera en silencio. Ha sido puesto bajo custodia en una habitación de aislamiento biológico. Es conciente de que no esta siendo objeto de ninguna descontaminación. Esta es sólo una estación intermedia entre el desgastante interrogatorio, y lo que vaya a pasar en las siguientes horas. De algo si está seguro. Todo este embrollo no se solucionará en ningún tribunal. La empresa no expondría sus proyectos clasificados a ninguna investigación policial. Por más que Vicente San Martín desee llevar una vendetta, los directivos bloquearán cualquier intento por conseguir apoyo externo en esta investigación.
El tiempo se diluye en una lenta agonía. Robbins no deja de pensar en Joviana. Una y otra vez repasa lo sucedido. Si hubiera fracasado, si tan sólo un protocolo hubiera entrado en fallo, todo sería distinto. Tiene fe en la fiabilidad del Vortex y más todavía en su proceder. Aún así, le es imposible despejar de su mente la incredulidad de quienes le interrogaban. La posibilidad de que su compañera esté muerta, sinceramente, es un escenario con grandes porcentajes de certeza. La responsabilidad de lo sucedido no es un peso. La incertidumbre y el estar ahí sin poder hacer nada, es lo que realmente le ahoga.
Se abre la puerta tras un filoso sonido de descompresión. Entra una cara conocida, acompañado por una gruesa carpeta de antecedentes y un computador portatil. Robbins presiente una nueva y eterna ronda de preguntas.
- Leonel... ¿Leonel Robbins, no es así?
- Así dicen.
- Mi nombre es Stefan Torreblanca. Creo que nos conocimos en la fase inicial del proyecto Vortex. ¿Diseño?... No se. Tengo temas que discutir sobre lo que sucedió en aquel laboratorio.
- ¿Hasta cuando me mantendrán encerrado aquí?
- Todo lo que sea necesario.
- Mh. Perfecto. A la mierda mis derechos.
- ¿Ves estas paredes, ese ventanal de cristal de titanio? Bueno. Esta habitación es a prueba de derechos. Así que o colaboras, o colaboras.
Stefan toma asiento, abre su archivador y despliega una serie de documentos y registros fotográficos. La serenidad de aquel personaje no invita a mayor comunicación. Robbins sólo contempla. El sujeto comienza a hablar sin prestarle atención a su interlocutor.
- Mire Señor Robbins, el tema del que vamos a hablar es altamente clasificado. Soy un especialista de larga experiencia. No soy como los gorilas descerebrados que le interrogaron inútilmente hace una hora atrás. Conozco el proyecto Vortex y se, al igual que usted, que la seguridad de la Señorita Joviana Norton no es un tema a discutir en estos momentos.
Leonel Robbins mantiene silencio. Espera con ciertas ansias lo que Stefan desea discutir.
- Bueno. Al grano. Desde hace meses una comisión de especialistas, dio inicio a un proceso de investigación, con el objetivo de dilucidar el origen de una serie de sabotajes industriales. Nuestro primer sospechoso. Alexander Díaz. Luego de un exhaustivo seguimiento, no se encontraron pruebas concluyentes para responsabilizarle de las anomalías. La muerte de Ana Vicencio, sembró nuevamente sospechas. Pero a parte del comportamiento errático y desquiciado del jefe de laboratorio, no se apreciaron nexos entre él y el sabotaje. Nuestra investigación, paralelamente, se encargó de observar a cada una de las demás jefaturas. Luego de los profesionales, técnicos… y bla bla bla… Tiempo perdido. Hasta que, vimos esto.
Torreblanca despliega una serie de fotografías sobre la mesa. Hombres de tenida negra, habitualmente en segundo o tercer plano. Todos marcados con plumón rojo, para discriminarlos entre las tomas borrosas.
- ¿Les conoces?
- No.
- Bueno, tampoco nosotros. No pertenecen a ninguna unidad, pero hemos obtenido tomas en las que aparecen hasta en laboratorios de nivel cuatro a cinco.
- Eso es imposible.
- Lo estas viendo.
- ¿Qué es lo que tienen es los oídos? ¿Lo ves?
- Mm… parecen audífonos. Posiblemente sean su medio de comunicación.
- ¿Señal al interior de esos Bunkers? Imposible. Jamás vi ese diseño. Es bastante extraño.
- Lo concreto es que no ha sido posible identificarles. No dejan huellas dactilares, ni un residuo que los delate. Nuestros contactos con los Servicios de Inteligencia no han encontrado datos faciales que nos entreguen alguna pista. Aparecen y desaparecen. Sabotean, nos desorientan y han afectado considerablemente el desarrollo de muchos de nuestros proyectos.
- Entonces de eso se trataba, de simple terrorismo industrial.
- Esta es una arista de nuestra investigación. Hay más.
- ¿De que se trata?
- Como estrategia de control, nuestros profesionales sabotearon previamente el proyecto Vortex. Sin nada que sabotear, las posibilidades de intervención de estos tipos se reducía. Al menos en teoría. Y así fue. No aparecieron. Pero inesperadamente nuestra estrategia nos llevó a un nuevo camino sin salida.
- Eso quiere decir que el Vortex nunca fracasó.
- Nunca lo hicimos funcionar como había sido planificado. Efectivamente lo proyectamos a un espacio vacío.
Stefan abre su notebook y ejecuta un archivo de video.
- Observa esto. Registro 01-23 P-V.
- ¿Qué es eso?
- Una toma del experimento Vortex.
- No puede ser.
- Lo que ves. Pensé que su experiencia y cooperación nos podría ser de alguna ayuda para averiguar que significa esto. Necesitamos que asegure el destino de esta investigación. Por nuestra parte, le ofrecemos la tecnología y el apoyo técnico para rescatar a Joviana.
- Creo que sólo hay una respuesta posible.
- Me alegra oírlo.
Los dos hombres se quedan en silencio y absortos, contemplando las imágenes proyectadas en la pantalla. Las de un bebé que se desplaza de un lado para otro, en una inmensa dimensión vacía.
Continuará...