Vivir en el Subtexto

Posted: 5/11/2011 by Jack Bronson in
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Freud, Marx y Nietzsche, son los padres de la teoría de la sospecha, personalidades que marcaron a toda una generación, con una nueva manera de aprehender la realidad. Ellos develaron la amenaza tras el telón, el maquinador interno, mentiroso y sagas; los dobles discursos. Pasaron desde la pulsión, al proletariado; del super yo, a una clase dominante manipuladora; desde una conciencia sujeta a pulsiones, a una voluntad de poder. Ellos abren una corriente de pensamiento que durante décadas ha teñido el arte, la sociedad y el imaginario colectivo, creando una realidad alternativa, que va más allá de lo patente, sumergiéndose en las profundidades de la intención oculta, de los actos fallidos, de las interpretaciones conductuales. Nada es porque sí. Siempre hay algo más tras el velo de lo patente.

Desde el psicólogo, el analista social, hasta el más subletrado de los individuos, reconoce o ha escuchado hablar, sobre la pop teoría dinámica de Freud. Existe hoy en día una tendencia casi natural de pensar en el inconciente y los actos fallidos, como una verdad incuestionable. Quizás olvidamos que es una teoría, una propuesta de cómo comprender y significar la realidad.

Todo fundamentalismo es peligroso; sobrestimar el subtexto, entregarle una hipervigilante atención a la doble intención y la interpretación, termina por desechar el potencial de los sentidos y la función estabilizadora del yo; el conciente. Más simple aún. Ofende al interlocutor. La teoría de la sospecha, ha generado en algunos círculos sociales e individuos, un sentimiento de intranquilidad, y se ha convertido en un registro que fomenta la paranoia y la inseguridad. La desconfianza es un síntoma que se multiplica sin freno, y termina dañando los vínculos, la comunicación, los afectos.

Las teorías son ajustables a nuestras falencias, actuando como muleta o justo sustento a estas, permitiéndonos adoptar una posición cómoda. Freud creó una estructura teórica en base a su incapacidad de explicar la histeria a partir de las neurociencias; diseñó un setting (diván, ubicarse tras el paciente), a partir de su fobia social; y planteó un modelo de psiquismo (superyo, yo y ello), basándose en el sistema hidráulico del motor diesel, mecanismo de moda en aquel entonces. ¿Curioso y cómodo, no?

No se trata de subvaluar la lógica del subtexto, menos aún devaluar el gran aporte del psicoanálisis en el ámbito de la salud, y sin lugar a duda, al imaginario socio cultural. La idea es dejar de apostar por maneras de pensar, sentir y vivir la vida que al final no hacen más que dañarnos, potenciar nuestras debilidades e inseguridades, y en fin, evitar que sigamos creciendo con fluidez. Nuestra voluntad de creer está de la mano con nuestra disposición a arriesgarnos, aprender a perder y reconocernos parte de un mundo que de una u otra manera nos castra. La ciencia y la religión están ahí para ligarnos con la realidad, no para apartarnos y hacernos aún más temerosos.

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