Osama Bin Laden

Posted: 5/03/2011 by Jack Bronson in
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Aquel 11 de Septiembre del 2001, era uno más de tantos 11s a la chilena; los mismos riesgos, los mismos recuerdos, el golpe y sus eternas controversias. A decir verdad ese año se proyectaba un menor entusiasmo antisocial en las calles de Santiago. Yo tenía Psicología Social. A las 10:00 pasé al casino y vi, con cierta indiferencia, cómo las Torres Gemelas ardían en la pantalla de un pequeño televisor. Con el paso de las horas ya no existían. El impacto de dos aviones de pasajeros, las habían hecho colapsar. Este magno y maquiavélico atentado, había sido obra de un ser demoníaco, superarchienemigo de la libertad y el cristianismo, un terrorista fundamentalista llamado Osama Bin Laden… a decir verdad, jamás había escuchado hablar de él... sonaba sospechoso... además nos había quitado el privilegio de ser la única nación que se lamentaba desconsoladamente en esa fecha… mal.

Esta suerte de Lex Luthor Musulmán, irrumpió con una ira desmedida en contra de la inocente y oligofrénica población Neoyorkina; masacrándolos, demostrando que el Imperio Estadounidense era frágil como una virgen quinceañera. Las imágenes del atentado se repetían insensiblemente, como un lavado de cerebro. Al Qaeda y Afganistán, entraban en nuestro discurso a la fuerza. La Casa Blanca no perdió tiempo y comenzó a enviar tropas para cobrar venganza, a punta de bombardeos en desiertos hambrientos e inhóspitos. Dividió el mapa y denunció las atrocidades de un grupo de naciones a las que bautizó como el Eje del Mal. Luego a pito de nada, Irak se convertía en un objetivo justo. Sadam Hussein, una cabeza a desmantelar. Guerra. Invasión. Tras meses, el dictador colgaba de una soga. Algo no me calzaba, no tenía ni la más mínima lógica.

Aquella mañana del 2001, antes de los atentados, escuchaba en la radio el comienzo de una inevitable crisis hipotecaria en los EEUU. El desplome económico se veía en el horizonte, eso sumado a una bajísima popularidad del mandatario, George Bush, que hacía aún más grave el panorama. Pero Alá se apiadó y apareció Osama Bin Laden. Un Mesías Estadounidense, que remeció los mercados, reactivó el negocio de la guerra, amplió las posibilidades de acceso al petróleo, y de rebote, le dio la reelección al cuestionado mandatario. La crisis económica se retrazo al menos media década.

El héroe jamás volvió a aparecer en pantalla, desapareció, por más que le buscaron con entusiasmo. Hoy, cuando el Mundo es víctima de un nuevo Némesis de la Paz, Muamar Gadafi; cuando las acciones de Bin Laden, en el mercado bursátil del terrorismo organizado, han bajado, así como su popularidad… así como si nada…. simplemente muere.

Estados Unidos aprendió bien la lección. La propaganda es fundamental y es la mejor arma para gobernar, en especial en el seno de una sociedad ignorante, ociosa, fanática y fuertemente desarticulada. No es primera vez que lo hacen, no son los primeros en hacerlo tampoco (¿Les suena la Alemania Nazi?). Osama Bin Laden ha sido un mito propagandístico muy bien elaborado, que en su momento les permitió centralizar el poder, movilizar masas, generar negocio, fortaleces el espíritu nacionalista. Hoy necesitaban un último balón de oxigeno en las bolsas. Su muerte valió su costo en oro.

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