Fumar
Posted: 1/15/2011 by Jack Bronson inUna vez leí por ahí que el tiempo en el que regularmente se consume un cigarrillo es de aproximados doce minutos. Yo a lo sumo demoro cinco.
Ayer un compañero de trabajo se me acercó en una de mis escapadas para fumar. Percibí en su mirada algo de lástima. Sentía el inminente típico sermón sobre los riesgos del cigarro, pero creo que dudó por algún instante. Lo que reflejaba mi rostro daba cuenta de que tenía todo el derecho de envenenarme con humo. Aún así me advirtió y me contó su historia. Me pareció algo paternal, consiguió dejarme pensando y recordando cosas alternativas a mis heridas presentes.
Comencé a fumar a los 16 años. Buscaba escapar de sentimientos dolorosos, en una de mis primeras etapas oscuras (como comprenderán es una tónica). Sin ánimos de imitar, ni de proyectar una imagen especial, simplemente como un instrumento, una muleta.
Estoy en el patio trasero de la casa de mi hoy difunta abuela. En mis manos un Hilton largo. Lo enciendo y comienzo a aspirar. Lo primero que sentí fue una sensación bamboleante y luego distensión. Más que enajenarme del presente, me anclaba en él. Las sensaciones se tornaban lentas, despojadas de ansiedad. Bueno, a eso se sumó el asco y a una tos compulsiva. No recuerdo haberlo terminado. Sólo lo encontré una pérdida de tiempo. A los pocos días volví a intentarlo, esta vez tratando de retomar la sensación de mareo y anestesia. Funcionó. Por fin había encontrado algo que conseguía contener mi marea interna. Con el tiempo se convirtió en una presencia constante. Evolucionó de un par de cigarrillos sueltos a una compacta cajetilla. Los tiempos se tiñeron de humo.
Recuerdo la vez que desperté sólo a fumar. Era la época en la que decidía partir de Valparaíso. Me sentí tóxico. Síntoma de estar afectado hasta los huesos por renunciar a una historia de sueños, simplemente por un empecinado desafío personal. Hoy esos despertares son un hábito. La mirada perdida buscando una rápida descarga de nicotina. No se si es dependencia psicológica o química, o bien es que permanentemente estoy partiendo, perdiendo algo. Quizás busco desensibilizarme para seguir viviendo. Quizás para seguir muriendo.
Hay una dama blanca que me acompaña todos los días. Es silenciosa, vive a expensas de mi dinero, de mi salud, de mi futuro. Al menos es sincera, no me miente. Me hace daño, pero sabe estar ahí cuando le necesito, contiene mis lágrimas, me escucha, me permite pensar. A decir verdad, hoy por lo único que cambiaría el cigarrillo, sería por una pistola.