Estúpidamente Perfecto

Posted: 4/26/2011 by Jack Bronson in
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La gente no sólo es mentirosa, sino que, además y en gran parte de las ocasiones, es preferentemente tonta. Eso no es exclusivamente por una deficiencia, sino una condición residual vinculada con su incapacidad para identificar errores en su proceder. Va más allá de la autocrítica, y muchas veces está más vinculada con un tema de estabilidad yoica.

Una cosa por otra. O atribuimos hacia fuera o atribuimos hacia adentro, o las dos cosas, haciendo énfasis sistémico (lo que es de una vaguedad inútil). De seguro que afuera deben existir más factores de respaldo ante un evento que se desvía del éxito o de la perfección. Parece, que en nuestra naturaleza se aloja un riesgo inminente de destrucción, de desintegración. ¿Qué mejor que deshacerse del riesgo interno y preocuparnos exclusivamente del externo? ¿Como? Simple, atribuyendo hacia afuera Error. Somos efectivamente unidades inestables, vacilantes, incompletas; confiar desmedidamente en nuestras capacidades, es tan riesgoso como el desconfiar patentemente de ellas. A este escenario se suma un elemento aún más de determinante, que actúa como generador de este vicio y se alimenta de éste, como producto del mentirse: la idea irracional de que no estamos sujetos a error.

Existe un exitismo agotador, que no permite aprender de los errores. Si te equivocas, o atribuyes hacia fuera, o niegas el error, o te frustras, o asumimos el error como una herida narcisista. De ello resulta algo simple. No hacemos nada, y peor aún, no aprendemos nada, porque simplemente nos miramos la nariz. Lo tonto en este punto está en: uno: creer que sólo debes acertar; dos: no asumir los errores; tres: no hacer algo para mejorar tanto el escenario, como el actor.

El reconocer los errores, y junto a ello, reconocer egocéntricamente nuestros aspectos más falentes, no nos empuja al abismo de la imperfección y el desecho cósmico. Al contrario. Nos convierte en agentes activos y más reales en el ejercicio de nuestras propias vidas. El éxito y la perfección es un objetivo, no una condición, y si olvidamos ello, nos olvidamos de nosotros mismos.

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