Verdades y Deseos

Posted: 1/22/2011 by Jack Bronson in
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Las luces de Santiago comienzan a destellar, un nuevo incompleto fin de semana se abre a mis pies. Un par de melodías tratan de acompañarme. La brisa en el balcón me invita a ahogarme a pequeños intervalos. Ayer sentí su voz. Aún puedo modular sus silencios en mi memoria, también su ira. Sólo deseaba que fuera una pesadilla, que al despertar le encontraría semidesnuda a mi lado, mirándome a los ojos y sonriendo. Engañándome con la hora; besándome una vez más; diciendo que mis ojos reflejan pena, cuando en realidad no puedo ser más feliz. Pero los cigarros se sucedían y las ventanas aledañas contemplaban mi rostro palidecer y teñirse de lágrimas.

Víctima. Mentiroso. Desconfianza. Rabia. Absurdo. Adiós. Son las últimas y únicas palabras que conseguía modular la mujer que amo. Una, otra, otra vez, como navajas envenenadas que intentaban hacerme desaparecer, negándose a escuchar, negándose a ofrecer alternativas a su propia visión de algo que fue compartido. Por momentos sentí que le rogaba. Por instantes sólo deseaba lanzar el celular a la piscina. Me alimenté de tanta desesperanza, tanta angustia, que por momentos me sentí engañado, burlado. “No puedo creer que me estés haciendo esto”.

Vi la verdad

Su verdad. Nunca la nuestra. Su verdad, obscenamente después de tanto tiempo.

Meses antes me advirtieron de que esto pasaría. Me repitieron hasta el cansancio que ella no me amaba, que todo acabaría dañándome más. Me cerré a ello, y creí en que la mujer que tenía a mi lado, porque le sentía, porque estaba orgulloso de ella, porque era lo que deseaba, alguien en quien confiar, en quien contar, a quien esperar, a quien abrazar y hacer feliz. Pero sus formas, sus conceptos, sus prioridades, sus propios recuerdos de una historia teñida de dolor, hicieron real una escena tan obvia como patética.

Jamás esquivé mis errores, jamás negué un perdón sincero, jamás me rendí para ir en su búsqueda. Y eso lo sabe muy bien, aunque se esfuerza en olvidarlo. Su verdad es una selección de aterradoras imágenes de mundos posibles, exentos de amor, exentos de confianza, exentos de lo que más intenté demostrarle. Exento de un “nosotros”. La falta. “Lo hiciste a ultima hora, esperaste el último minuto…” Que dulce manera de convertirlo todo en excremento y no reconocer nada. Que fácil estrategia para escapar y dejarme lleno de dudas acerca del valor de lo vivido y de lo real que fueron tus latidos, tus besos, tus palabras. Los pecados compartidos, los espacios vulnerados por algo que creí era amor, hoy son sólo pasajes que me provocan escalofríos y confusión.

Hoy camino entre la muchedumbre, anestesiado y, por momentos, ajeno a todo.

“Sebastián… ¡¡Sebastián!!...”

Alguien trata de llamar mi atención, mientras paseo por un recuerdo que sólo yo atesoro. Su verdad, hoy es parte de mis pesadillas. Y mi vida, sólo un simulacro, una mímica vacía.

A pesar del dolor que siento, te deseo bien. Aunque suene hipócrita, no deseo estar entre tus típicas rupturas saturadas de insultos. Sólo seré un ex que te sigue amando a pesar de tu pedante paranoia. Si tu deseo era repetir, no te ofrezco eso. Me hiciste mucho daño. ¿Pero que importa? Era parte del riesgo que tomé contigo, eso es jugársela. Te deseo bien, y espero que algún día aprendas a amar, y olvides temer. Espero que comprendas que confiar, es parte de los sacrificios (¿maldita palabra no?) que hay que hacer para ser feliz. Que por la persona que dices amar se lucha, se perdona y no sólo se espera. Que aquel que dices amar, es la principal razón de tus tiempos, y lo demás es sólo contexto. No te disperses tanto preciosa, prioriza. Cuenta hasta diez antes de desahogarte, y piensa rápido, la frustración se sana con un abrazo. Por mi parte aprenderé a confiar en las personas indicadas, a no esperar nada a cambio, a entregar mucho más, a mentir más y no encerrarme tanto cuando estoy mal. Pero amor, si no cambias, esto se volverá a repetir en tu vida, y tus historias parciales, seguirán llenándose de maldiciones y escenas enfermizas como a las que me invitaste mi, como a las que sometiste a tu propio corazón. Por favor no vuelvas a hacer esto. DESEO QUE SEAS FELIZ. Así como lo feliz que me hiciste sentir a mi, a pesar de que para ti sólo haya sido una mentira.

Estamos en una banca afuera de un Mall. Es tarde. Nos besamos intensa y desesperadamente. No lo puedo creer, tus labios, tu aroma, tu sabor me son tan familiares, tan soñados. Eras tu a quien tanto había esperado encontrar. De improviso me alejo, te miro a la cara y te digo…

Abre los ojos… Por favor… dime que esto es verdad…

La imagen se congela. Una helada brisa nos va desfragmentando como a estatuas de sal. Sólo queda una caja de pizza y un viejo notebook.

1 comentarios:

  1. Anónimo says:

    Qué valiente de veras, demasiado valiente yo diría... enorgullece... pocos lo hacen... te envío un fuerte abrazo, ya cierra la página, mira el presente y cuida de tu persona en primer lugar... es lo que cuenta, nada más de sentirse mal y reafirmarlo día a día... acuéstate y despierta con una nueva disposición, con el firme objetivo de hacer bien cada una de las cosas que te pide el momento presente... alimentar la desesperanza el fácil y muy dañino... enfócate en tí mismo primero y luego viene el resto del mundo para poder disfrutar más plenamente... un abrazo, fuerza es lo que debes tener!!!

    Hermanolo