Hiperdesconectado
Posted: 5/05/2014 by Unknown in
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Andar con mis audífonos puestos,
a veces completamente ajeno a todo, es algo reconfortante. La libertad de
desentenderme de mi entorno, lo considero una necesidad de primer orden. La
hiperconectividad está sobrevaluada, lo veo como una trampa en la que no deseo
caer, prefiero y dignifico el espíritu noventero de decidir no estar cuando me plazca.
Recuerdo aquellos años en los que
incluso la telefonía era un lujo escaso, y debías acudir a la tía con plata, al
vecino de la cuadra buena onda, hasta a los carabineros; únicos especies que
contaban con teléfono. Otra opción más proletaria era hacer largas colas con un
puñado de monedas en espera de ocupar un teléfono público. Ahora el mundo es al
revés y raya en el absurdo. Estas hiperconectado, hiperpresente,
hiperdisponible, hiperdepentiente. Facebook se convirtió en el Némesis de la
intimidad, el Twitter en el Gran Hermano del consciente colectivo, el Wassap en
la charla imbecil e injustificada, en el jefe hincha pelotas, en la amiga
imprudente.
Siempre rescato que antes, existía
el “estar inubicable”, el perderte sin que nadie lo supiera, el escaparte… hoy
eso al parecer es imposible y penalizado socialmente. Síntoma evidente de esta
realidad es esa ansiedad culpógena ante el yerro de olvidar el celular en casa.
Es un pecado, una falta impropia en estos tiempos, algo que debe ser disculpado
como una afrenta ante la red social a la que perteneces.
Yo valoro la desconexión como un
acto de dignidad y necesidad individual de estar para sí, de intimidad, de
independencia, de libertad mínima ante una red que parece una malla de feria,
donde todo se mezcla, donde todo se mediocriza, donde todo es parte de todo y
el uno es cero. Prefiero apretar play, dejar correr la lista de reproducción y
olvidarme de todo, desprenderme de la masa y a veces contemplar con cierto desconcierto
y algo de alivio, a la masa rítmica de seres humanos cabeza gacha a la que no
pertenezco, que sonríen a una pantallita, que mueven sus dedos a la velocidad
de la luz, que parecen olvidar que existe el cielo, más allá de un teclado
virtual.