KILTROENLLAMAS

Recuerdo que cuando niño la Semana Santa, más que un verano chico (como los terminales lo evidencian), era una efeméride fatal, nefasta y oscuras. El ambiente te culpaba por existir, por haber sido salvado por un magullado hijo de Dios. Los viernes no podías jugar ni meter bulla, la lluvia caía con furia y los árboles parecían estar a punto de desprenderse de la tierra a causa de las ráfagas de viento. Era como si el Gólgota se hubiera esparcido por la faz de la tierra y Dios se desahogara por la muerte de su mesiánico primogénito, sin filtro alguno.

“Ahora tienes tu propio estigma”

Nunca lo olvidaré… esa noche, esas sombras, ese destino…

Semana Santa ha sido una fecha simbólica para mi, a pesar de no ser un gran devoto religioso. De una u otra manera contemplo estas “fiestas” con algo de respeto y de temor. Decisiones, accidentes, promesas engañosas… todo un mundo de riesgos se han cristalizado y han marcado el ritmo de lo inolvidable.

Este año simplemente lo contemplé, quizás con recogimiento, con humildad. Dicen que estos días son de reflexión… Esa hueá hice… the real reflection… Hace un año compartía un espacio diferente, hace dos… sinceramente no lo recuerdo… hace tres yacía bajo un auto; hace cuatro miraba las olas abrazado; hace cinco… hace cinco consultaba a las olas mi decisión final. ¿Qué mierda pasó el 2012?... Quizás signifique algo… La verdad es que si han surgido conclusiones… no agradables, la verdad, pero conclusiones al fin y al cabo (no las diré).

Así logré sobrevivir a Semana Santa, con cierta desconfianza, con cierta inquietud, quizás con cierta inaceptable melancolía, sin el más mínimo estilo y glamour... pero pasó… Gracias a Dios…