OCD
Posted: 8/26/2013 by Jack Bronson in
Neil Hilborn, un poeta estadounidense que sufre de trastorno
obsesivo compulsivo, y en la actualidad ha causado una sorprendente reacción en
las redes con un poema que habla de un amor desgarrador desde su padecimiento. Esta
es la traducción de OCD y el video de su presentación en la final de “2013 Rustbelt Regional Poetry Slam”.
Debo reconocer que es una de las creaciones más hermosas y
puras que he leído y presenciado en mucho tiempo. Me emocionó hasta las lágrimas,
por ello se ha ganado un espacio en este humilde espacio, tan vapuleado por el
amor.
OCD
“La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no
tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue
en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla.
La pestaña en su mejilla.
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella.
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así
que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que
pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16
veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa
porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había
cerrado la puerta 18 veces,
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia
arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar
todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y
prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas,
y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y
apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las
noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella
sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía
caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que
todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme
las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda
salirse de esto y yo no.
No puedo.
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre
pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes
escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea
de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me
he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en
la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera
abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez– ¡No le
importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas”.
Extraordinario...