Sacrificio
Posted: 12/07/2012 by Jack Bronson in
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Así como muchas cosas en esta vida, los
conceptos y la adhesión a estos van cambiando y madurando. Uno estructura su
realidad en base a complejas redes conceptuales personales y compartidas. Identidad,
comunicación, sociedad, dependen mucho de la semántica. Pero, es difícil, casi
antinatura, el sostener principios sin someterlos a juicio o a una sana duda.
Uno asimila normas y filosofías, pero la vida te ofrece visiones alternativas y
contradictorias, propias de lo real. A palos, pero consciente he tenido la
oportunidad de ir reevaluando algunas ideas o valores centrales de mi día a día,
de mi yo en el mundo. Hoy se trata del sacrificio.
Crecí en un contexto exigente y devaluador, en
donde esforzarse y conseguir objetivos sobresalientes, no estaban sujetos a
refuerzo; simplemente eran el costo mínimo de existir. “Nada es gratis, y sí es fácil, no tiene valor”. A la larga el
dolor se convierte en un equivalente a vivir. Se produce un salto lógico, en el
que la idea de sufrir es la base de todo. Te torturas, te complicas, te
aturdes, y se torna gratificante.
En algún momento de mi vida, el concepto de
sacrificio se empalma con esta cultura del dolor. Desde la religión, desde modelos
y fuentes de socialización. Basta con ver la cruz. El sacrificio se eleva como
un valor primario que trasciende. La moneda de cambio en toda relación es el
sacrificio. La forma de demostrar amor, de sostener vínculos y compromisos, prevalecen
a través del sacrificio. Nada obtienes sin entregar nada a cambio. Pero hay quienes
no comparten esto y me sorprendo. En algún momento, un acto noble, no es noble
valor para quienes me rodean. Con el tiempo comienzo a ver las cosas de otra
manera.
En efecto. El concepto de sacrificio es de
hecho un constructo solitario, egoísta y masoquista. ¿Es lógico hablar de
sacrificio en el amor? A mi parecer, no. Lo que uno entrega, ofrece, dedica al
otro, es parte de un acto de amor, no de sufrimiento. No hay sacrificio, porque
en el dar uno trasciende, no hay perdida, sufrimiento, desgarro o muerte, hay
creación, hay don. Es un dar incondicional, ciego y pleno, sin dudas ni
riesgos. Este dar, se completa en el recibir, no como consecuencia o finalidad,
sino como parte de la comunión. Al sacrificar uno pierde, al sacrificar uno
espera algo a cambio. En el dar, uno crece y trasciende de si, a través del
otro. Al recibir, uno se hace parte del otro, le acepta y contiene.
Uno nace y se educa en escenarios que no
elegimos, estamos sujetos a eventos estructurantes, que nos limitan y ofrecen
un concepto sesgado de uno mismo y de los demás. La vida no es… se está
haciendo, la estamos haciendo, construyendo y reestructurando. Los aspectos
dolorosos, son parte de ella, pero no su único y más crucial contenido. Valorar
lo nocivo es dejarse vencer por la frustración, renunciar a uno mismo.
Primera maldición a enterrar este año… el
sacrificio.
“… Ni el Dolor.”