Tras sus Pasos
Ella se deja llevar, él la guía. Ella descansa
en él, se entrega, se lanza sobre él con la delicadeza de una pluma. No hay
riesgo, sólo confianza. Son ellos dos, y nada más, ambos, como uno en el centro
del mundo. Avanzan, se detienen, disfrutan en silencio aquel momento de
intimidad. No hay palabras, sólo delicados movimientos, ínfimos e intensos. Su
baile es fluido, armónico. Las imperfecciones, los pasos en falso, no alteran
el ritmo de los dos. Sólo disfrutan, se hacen cariño y vuelven a girar. Yo sólo
observo. Soy un espectador pasajero ante esa escena, pero estoy congelado,
absorto. En principio no entendía lo que estaba viendo, luego me estremezco y
mis ojos se llenan de lágrimas. Ante mi estaba la metáfora de algo de lo que he
estado tan lejos de alcanzar… algo que
durante tanto tiempo llamé amor.
....................
Paralelos
Hay un mundo paralelo, en el que
algunas cosas fueron diferentes. Abro la ventana y contemplo las cosas desde
otros ojos, desde otra vida y me aventuro a recordar desde aquel espacio, desde
aquel yo alterno.
Pido un café. Mi mirada es
filtrada por el agua que expulsa aquella fuente, a medida que la camarera va en
busca de mi pedido. Tantas horas de vuelo no me impiden detenerme a recordar.
Aquel 2009 arrastraba una larga soltería, asumida y padecida, dedicado más a mi
trabajo y con un par de deudas insulsas que me ofrecían una ansiedad lúdica.
Muchos proyectos, que tapaban ciertos vacíos insignificantes hasta aquel
entonces. Hasta que ella llegó. Llegó de improviso, no avisó, ni se detuvo en
presentaciones. Yo estaba de paso por un café de Providencia. Y ahí estaba,
vestía de blanco, podía sentir su perfume, su piel a distancia. No me bastó un
segundo para saber que era ella. Al poco tiempo me convertí en cliente habitual
de aquel lugar, hasta que un día me planté frente a ella con una rosa. Ella me
miró turbada. Sonrió y nos pusimos a conversar. Dulces tardes de invierno y
primavera, suaves pláticas de sonrisa y encanto. Pero un día partió. Por fin encontró
trabajo en lo que había estudiado y aquel lugar dejó de guardar encanto.
Nos seguimos viendo
provisionalmente, por una variedad de excusas bobas, música, libros. Ella mantenía
una relación, que lentamente se desgastaba. Nuestras citas se fueron haciendo
cada vez más habituales. Hasta que una noche, perdidos en la azotea de un mall,
nos vimos solos, frente a frente, y un beso eterno dio paso a un sentimiento
compartido. No diré que nuestra relación no tuvo altibajos. Sus fantasmas y los
míos nos hicieron trastabillar decenas de veces. Pero una sonrisa, un abrazo,
un “te amo”, un “perdóname”, nos permitieron llegar hasta los límites de
nuestros sueños. Paciencia, amor… ¿Quién sabe y qué importa?... Estábamos
juntos y eso era lo único relevante para los dos.
Hoy estoy acá, a un par de
cuadras de la Torre
Eiffel. El aroma del café es embriagador, el cielo se tiñe de
un tono rosa antes de anochecer. Le diviso avanzando entre la multitud. Se
excusa por su retraso. Estoy nervioso como un niño. Ella se ve cansada,
preocupada, más aún así me regala una sonrisa. Le digo que tengo algo
importante que confesarle. Ella también. Ella se sienta, yo me arrodillo a su
lado. Le pido matrimonio. Ella me mira y comienza a llorar. Me dice que no me
preocupe. Que no tenga miedo. Trato de contener sus lágrimas. Me dice que está
emocionada. Respira hondo, me abrasa y me dice al oído: “Acepto… Futuro Papá”.
......................
Hay un Mundo paralelo, donde el
contexto fue diferente, las circunstancias fueron sincrónicas, y todo fue más
fácil. A veces creo y siento que sombras de ese mundo me visitan de cuando en
vez, siento aromas, voces, le veo a ella sonriéndome a la distancia, mirándome
y diciéndome que todo esta bien. Desde acá, en este mundo, mi hermosa hija, es
lo único que me permite creer en, y sustentar el mundo que me ha tocado vivir,
independiente de que mi vida personal sea un vacío desolador que lucho por ocultar a sus
inocentes ojitos.
A veces creo que la mayor
diferencia, independiente de las circunstancias, entre un mundo y otro,
simplemente radicó en que el amor fue más valiente y fuerte en un universo que en
el otro. En otras ocasiones creo que las circunstancias fueron irrelevantes,
que la valoración del amor es sólo una variable artificialmente calculada y que
cada uno tiene claro, en su fuero interno y en su propio corazón, que fue lo
que hizo y no hizo para esquivar la felicidad.
Hablar sobre el amor no es algo
que hoy desee manifestarlo a partir de hipótesis y grandes elaboraciones, por
ello estas historia alternativas. No disertaré hoy sobre conclusiones
experienciales y fenomenológicas, esta es la manera que creo que gráfica de mejor manera la tercera maldición. Lo único que perdura en mi hoy, es una
potente desilusión en relación a las posibilidades de un sentimiento que creía noble, incorrompible e invulnerable. Creí que el amor movilizaba, te hacía fuerte,
pero me equivoqué. Este año mi capacidad para creer y confiar en el amor, se
fue a la mierda.
Tercera maldición a enterrar este año: Confiar
en el Amor.
“Ni el Amor…”
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