La Rabia
Posted: 12/12/2012 by Jack Bronson in
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Cuando tengo una pena intensa,
la siento acá…
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Pero eso es la boca del
estómago… en el estómago se siente la rabia…
Regurgitar,
consiste en una anomalía en el transito digestivo. Las cosas que debería
avanzar se devuelven. Habitualmente me ocurre. Nunca ha sido doloroso, pero si
en ocasiones molesto. No había reparado en que quizás era una simbolización de
un proceso inconciente. Aquella simple conversación fue un insight. La rabia,
devolviéndose, resignificándose en algo más personal, más controlable. La pena.
Una pena tan intensa y dolorosa, como la frustración en un contexto caprichoso.
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La rabia es una
emoción primaria, de las más básicas, también una de las más potentes y
peligrosas. Por rabia uno se inclina al daño, la venganza, la destrucción
enceguecida de objetos muchas veces importantes y amados. Mi relación con la
rabia siempre ha ido en evolución. Desde ser un adolescente conflictivo y desconsideradamente
devaluador; pasando por comulgar con la rabia como motor motivacional en pro de
objetivos; hasta llegar, supuestamente a aplacarla, reconceptuando la dinámica
de la frustración, evadiendo los motivos de su generación, para proteger a
quienes amo. Debo reconocer que subvalué su importancia, me sobreadapté a
muchas circunstancias, y castré esa parte de mi para ser mejor. Aún así siguió
ahí, y se convirtió en melancolía, en dolor, en pena.
Quizás. La
rabia, como toda emoción, habla de lo que uno desea y no consigue. Habla de lo
que hay que cambiar, luchar, y cuesta. Hacer oídos sordos a esto, quizás
bloqueó parte de mi esencia, de mis sueños, de mis necesidades,
intelectualizándolo. Luego eso es silencioso, no lo ves, pero sigue estando,
corroyendo, creando un cáncer emocional. Luego las circunstancias me contactan
con ello, y me encuentro con una inmensa llamarada de ira. Uno de mis
arquetipos más amados se contamina y le veo envenenarse y perder el control. White,
se torna roja, y es tanto el dolor que proyectan sus gritos que me conmueve. No
es pena… es toda esa puta rabia que no liberé.
No hablo de
pontificar a favor de la rabia. Hablo de tenerla en cuenta, no temerle, porque
es parte de uno mismo, es una reacción natural ante la adversidad, la
injusticia, el mal corazón. Habla de uno… simplemente de uno. A veces tengo
rabia. Debo aprender a hacer las pausas necesarias para acogerla, escucharla, y
pactar con ella. Adoptar decisiones importantes, luchar, arriesgar, o
simplemente renunciar. Y como contraparte, conocer los límites de la paciencia,
es fundamental… la nobleza sin límites es también peligrosa. Tan peligrosa como
la rabia desbocada.
Segunda
maldición a enterrar este año: La Pena por la Rabia.
"… Ni la Pena… "