Vota por Mi: Tu Concejal del Amor.

Posted: 10/23/2012 by Jack Bronson in
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Por estas fechas, las calles parecen Facebooks de mina soltera, atestadas de fotos, promesas, frases rimbombantes, relaciones y photoshopeos a granel. El horizonte se prostituye con rostros ajenos, vulnerando hasta los más inauditos rincones. Cientos de carteles, “palomitas”, panfletos de personajes tan pintorescos, como desconocidos. Basta con que exista la necesidad de votos, para que estos aspirantes a políticos de cuarta eyaculen su mejor sonrisa, y hagan juegos de palabras amorosas y cliché, asegurando tener vocación de Mesías.

Exótico. No hay mejor concepto que resuma este show de las municipales. Debo reconocer que tonifico mis abdominales riéndome con estos remedos de propaganda política, que harían llorar sangre al pobre de Joseph Goebbels. Ser candidato y no ser populista, es una contradicción filogenética. Prometen más que mitómana enamorada y pretenden demostrar que tienen más beneficios que la aspirina. Todos pueden ser candidatos, desde futbolistas, modelos, dueñas de casa, payasos, médicos y rockeros; el asunto es democrático. Es un circo con entrada liberada. Más que avergonzarme ante esta ensalada de información basura; más que mofarme de buena gana con el vulgar y anémico mensaje político, me atormenta el imaginar que exista gente que realmente se deje influir por estas estrategias. 

Una de las tendencias más cómicas, es aquella de compartir escena con un padrino político famoso, que se asoma por el hombro o le ofrece su bendición y virtual respaldo. Es como un “la fuerza esta contigo, guachito”. No cacho. Es como que no bastara con ser tipos aparecidos y aprovechados. No. Además tienes que respaldar tu sinverguenzura con la imagen de tu mentor. En fin. Gracias a Dios, esto termina esta semana. La infamia se vestirá de votos y dará de comer a una familia que invirtió en pancartas de colores y furgones con música pelotuda. El problema será que el cotillón de cumpleaños de psiquiátrico seguirán por meses deslumbrándonos con su impresentable esplendor y la sonrisa del perdedor, permanecerá estampada en aquella muralla, recordándonos que él pudo ser mejor… o quizás no. 

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